top of page

Cuenta la leyenda mesopotámica que hace mucho, mucho tiempo, algún desaprensivo se dejó el grifo del cielo abierto y llovió sin parar durante siete días y doce noches. Tanto llovió, que la Tierra quedó convertida en una enorme piscina olímpica. Esa humedad duró hasta que Bihurturri -el Fontanero Cósmico- quitó el tapón del desagüe y el nivel de las aguas bajaron.

 

Tan sólo unos pocos infelices lograron salir a flote, pero viendo el estado en que había quedado todo, metieron en un zurrón a sus rebaños y familia, y partieron a buscar un lugar donde asentarse.

 

El tiempo transcurrió, y el lodo dejó paso a la tierra fértil. Aquellos hombres que habían peregrinado por el desierto en busca de un lugar donde asentarse, al fin se asentaron, y lo hicieron entre dos ríos: uno de agua fría y otro de agua caliente. Abrieron sus zurrones y dejaron salir de ellos a sus rebaños y a su familia, que después de tanto tiempo revueltos se habían multiplicado, para sorpresa de propios y extraños.

                                                                                

Mito XIX

© 2019 LA QUEMÁ PRODUCCIONES

 Proudly made by Wix.com

  • w-facebook
  • w-flickr
bottom of page